Fecha
August 19, 2025
Categoría
Psicoterapia
Tiempo de lectura
5 minutos
Autor
Mstro. Erick Ocaña Rosado

¿Cómo saber si tienes un buen terapeuta?

Las green flags de un psicoterapeuta

Las redes sociales están inundadas de información sobre salud mental. Psicólogos, gurús, terapeutas empíricos y coaches generan contenido todos los días sobre psicología, relaciones de pareja o empoderamiento personal. Algunos mezclan estas temáticas con disciplinas de hace siglos, como el Tarot, mientras que otros se apegan al rigor del método científico.

En medio de esta sobresaturación de información, conocida como psicología popular o psicología del sentido común, los usuarios encuentran un abanico de opciones para elegir a su terapeuta, quien no siempre es un psicólogo o psicoterapeuta acreditado. Sin embargo, el problema principal no es únicamente que la ayuda provenga de alguien sin formación profesional, sino la falta de correspondencia entre las necesidades del paciente y las competencias del especialista —lo que puede incluir tanto a profesionales formados como a no especialistas.

El verdadero conflicto no radica solo en la existencia de la psicología popular, sino en la falta de claridad —tanto en la población general como incluso en algunos sectores de la comunidad psicológica— sobre a qué tipo de profesional conviene acudir para problemáticas específicas, como ansiedad, trastornos de la conducta alimentaria, dificultades en el neurodesarrollo, estrés postraumático, infidelidad o soledad, entre otros.

El problema dentro de la psicoterapia

Otro aspecto preocupante se encuentra dentro del propio ejercicio psicoterapéutico, incluso en profesionales con formación y reconocimiento académico.

¿Qué problemas presentan algunos terapeutas?

Pacientes han relatado experiencias cuestionables en consulta. Uno de los problemas más recurrentes es la falta de especialización. Como suelen recordar los docentes de psicología: “Tener título de psicólogo no te convierte en psicoterapeuta. Es necesario especializarse, entrenar y recibir supervisión de casos.”

Otro problema es la incorporación de técnicas sin fundamento científico. Un artículo del New York Times, titulado “Cómo identificar y lidiar con un mal terapeuta”, recoge casos inquietantes: una paciente atendida por un terapeuta que conducía la sesión desde una bicicleta estática; otra sacudida bruscamente de la cara con el argumento de captar mejor su “energía”; y una más que acudió a un psiquiatra tras sentirse incómoda porque su terapeuta le confesó atracción sexual hacia ella.

Si bien cada proceso terapéutico es único y no existe una supervisión exhaustiva de la práctica clínica, sí es posible identificar ciertas green flags que caracterizan a un buen terapeuta, independientemente de su orientación o especialización.

Características de un buen terapeuta

1. Formación

Así como los médicos atraviesan distintas etapas de especialización, los psicólogos requieren un proceso formativo riguroso y continuo. Un buen terapeuta reconoce los límites de su capacitación, explica con claridad su enfoque y cómo este puede beneficiar al paciente.

2. Empatía y sensibilidad

Carl Rogers señalaba: “Ser empático es ver el mundo a través de los ojos del otro, y no ver nuestro mundo reflejado en sus ojos.”
La empatía terapéutica no solo atiende la dimensión formal de la sesión, sino que fomenta confianza y apertura en el paciente.

3. Flexibilidad mental

Un buen terapeuta muestra apertura hacia distintos enfoques y evita aferrarse rígidamente a una sola visión del mundo. Sus valores personales, morales o espirituales no deben imponerse sobre los del paciente, garantizando que la terapia sea un espacio seguro y no aversivo.

4. Derivación responsable

Como dice el refrán: “Zapatero a tus zapatos”. Un buen terapeuta reconoce su vocación y competencias —ya sea en el trabajo con niños, adolescentes o adultos— y sabe cuándo derivar a un paciente con otro especialista.

5. Registro de sesiones

Tomar notas durante o después de la sesión ayuda a dar seguimiento, mantener coherencia en el proceso y mostrar interés genuino en la información que el paciente comparte.

6. Espacio para conversaciones difíciles

Desde hablar sobre honorarios hasta discutir el encuadre terapéutico, un buen terapeuta aborda con respeto y claridad los temas incómodos. Esto facilita la detección de obstáculos en el proceso, permite aclarar expectativas y atiende las posibles incomodidades que surjan en sesión.

Reflexión final

Elegir a un terapeuta no debería basarse en modas, en el número de seguidores en redes sociales ni en promesas rápidas de transformación. La psicoterapia es un proceso delicado que implica confianza, responsabilidad y compromiso mutuo. Un buen terapeuta no es aquel que tiene todas las respuestas, sino quien sabe escuchar, acompaña con sensibilidad, respeta los límites de su propia práctica y se mantiene en constante aprendizaje.

Al final, la relación terapéutica es un espacio humano donde se entrelazan ciencia y empatía. Cuando paciente y terapeuta logran construir un vínculo genuino y seguro, la terapia se convierte en una oportunidad real de crecimiento, autoconocimiento y bienestar.

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